Este blog va de libros y lecturas

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martes, 14 de octubre de 2008

MUERTE EN VENECIA

Autor: Thomas Mann
Descripción: Barcelona : Plaza & Janés, 1999. - 184 p. ; 19 cm
Argumento: El famoso escritor Gustav Aschenbach se refugia en una Venecia inesperadamente azotada por la epidemia del cólera. La belleza adolescente de Tadzio es la contrapartida perfecta de esa ciudad enferma, reflejo de su propia decadencia. Publicada por primera vez en 1914 , llevada al cine por Luchino Visconti en 1971, La muerte en Venecia, es un clásico de la literatura del silgo XX y, junto con La montaña mágica, una de las obras más representativas del talento de Thomas Mann. El estilo de mosaico, preciso, minucioso y brillante a la vez, describe con singular eficacia la atmósfera crepuscular de Venecia.

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ENCUENTRO del 23 y 30 OCTUBRE DE 2008

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»POESÍA QUE DIO COMIENZO AL ENCUENTRO:
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Comenzamos el encuentro con la lectura elegida por la compañera Isa García.

A continuación comentamos el libro y la película.


20 comentarios:

Unknown dijo...

La pelicula es una bomba,la musica te transporta,enciendetus posivilidades,te hace entrar en su mundo,comprenderlo,yo,la habia visto y recordaba nitidamente ese ambiente como de nube mecido por el mar y la musica.¿Quien no se ha sentido fascinado alguna vez por esa vena de voluctuosidad y armonia con todo lo creado?.Para min es una obra maestra,ahora leere el libro,espero hagais algun comentario,un saludo

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Jose Manuel. Me parece maravillosa. No se pueden decir mejor las cosas con tan pocas palabras. Es una belleza. La disfruté mucho más que cuando la ví de joven.
Besos

Teresa dijo...

Lo que yo quería resaltar ayer, y creo que no quedó claro del todo, es que el debate de ética y arte también estaba presente en la realización de la película. El pintor cuando pinta tiene como materia prima el lienzo y los colores. El escritor tiene sus ideas y la palabra, el papel, el ordenador etc. En una película la materia prima es el actor, pero el actor resulta que es una persona. Quería hacer esta reflexión después de leer la entrevista al Tazio adulto. Quería que reflexionaramos sobre lo que reflexiona el protagonista de la novela. Cuando en una película se usan animales que hay que sacrificar o maltratar ¿es ético?. ¿El arte justifica los medios?¿Es más ético para los animales que para un adolescente? ¿Podemos volver la cara?.¿Hasta donde es lícito llegar?. La película es una obra de arte, me parece a mi. Mi reflexión va en la dirección que os apunto arriba. No reflexiono aquí sobre la propia película o la novela, es sobre la ética del artista, sobre la responsabilidad moral del director para con su materia prima.

Anónimo dijo...

Hola Teresa, yo creo que entendí lo que querías decir, lo que pasa es que no lo discutimos.
Desde mi punto de vista el fin no justifica los medios si se trata de la muerte de un animal o del descuido o maltrato de un menor, o de otras muchas situaciones en las que se pueda poner en peligro la dignidad y la autoestima. Creo que hoy se tiene más cuidado, se vela más celosamente por los derechos, hay mucha más conciencia.
En cuanto a los adultos cuidadores, creo que es muy diferente atender e intentar ayudar a un menor que realmente desea hacer algo por vocación temprana o por deseo propio que, adultos deseosos de mercadear con los menores sin pensar en las consecuencias.
En el caso de Tadzio, las consecuencias que tuvo para su vida no fueron consecuencia del papel que representó en la película, como tu planteas, sino del ambiente que lo rodeó, que es muy distinto, al menos así lo veo yo. ¿Qué piensas tu?

Anónimo dijo...

Somos María e Isa. Estamos de acuerdo con Adela, pensamos que el ser protagonista de esa pelicula no le tenia que haber afectado a su vida personal. Los tutores de ese niño tendrian que haberlo protegido de lo que originó la pelicula después, pero por desgracia, la ambición de esas personas lo llevaron a la vida que tuvo. Un saludo a todos

Daniela dijo...

Teresa: Muy interesante el tema que planteas, y principalmente porque no es sólo exclusivo del arte cinematográfico, también nos toca como educadores, como padres y madres, como seres humanos. De alguna manera, todos somos artesanos y de una u otra forma en algún momento tenemos arcilla para moldear ¿qué moldeamos? Creo que no es lícito jugar con la vida de nadie, usando el arte como escusa o las relaciones personales, o los cargos, o los sentimientos... No es ético creer que podemos moldear o que debemos hacerlo (habrá más de alguien por ahí creyendo que es su deber influir en la vida de otr@s, o direccionar hasta tal punto, que esta vida no sea más que el reflejo de lo que el otro/a quiere), estos casos aparecen cada día por aquí y por allá. Con esto digo que Visconti lo hizo mal, pésimo, pero la familia de este hombre no lo hizo mejor, y la sociedad que fue cómplice, pues lo mismo ¿y la justicia? ¿Dónde estaba cuando este muchacho de 15 años asistía a bares? (da igual si eran gay o no)
Como dije en la reunión, a mí, la película no me gusta, pero como tú misma comentaste está inspirada en la novela y no tiene por qué serle fiel, ni ser de gusto universal. ¡Claro! Al conocer estos detalles por ti mencionados, confieso que me gusta menos.
La novela, de eso si me gustaría comentar muchísimo, pero mañana, que hoy ya agoto fuerzas.
Cariños para tod@s

Teresa dijo...

Efectivamente, como ya dije en la reunión, la película por si sola, y con el papel de tazio no tenía por qué haberle hecho daño al niño. En eso estoy completamente de acuerdo y no hay nada que discutir. Todos los que le rodearon no tuvieron el cuidado suficiente para protegerle. Es cierto que no siempre podemos protegerlos.
Para mí la novela revela la decadencia de un mundo que derrumba.
Besos

Anónimo dijo...

Hola a todas.

Aquí estoy de nuevo para seguir compartiendo con todas este momento de reunión y de encanto.
En prinicipio deciros y adradeceros lo terapeútico que fué para mí el ratito de reunión del jueves pasado. Salieron temas muy interesantes y creo que fué muy, pero que muy enriquecedor.

Por otra parte me gustaría que hiciesemos una reflexión acerca de los libros que se han ido leyendo en el club, y que me parece que han logrado que hayamos hecho un recorrido por un sin fin de temas y reflexiones interesantísimos. Así es que desde aquí manifestar mi enhorabuena y mia agradecimiento a quien, o quienes han participado en dicho proyecto.

En cuanto al tema que estais debatiendo, yo estoy un poco con Daniela, yo creo que lo que ocurrió con el protagonisat de la película puede ocurrir en otras muchas situaciones, incluso cotidianas, de cualquier menor o mayor. La madurez no siempre se alcanza con los 18 años.

Finalmente me gustaría animaros a que leais un libro que me ha conmovido y me ha parecido muy interesante, sobretodo por la forma en que está escrito. Es " El curioso incidente del perro a medianoche" de MarK Haddon. Interesantísimo.

Hasta pronto .

Pily

Daniela dijo...

Pongo en la lista tu recomendación Pily, y me adhiero a la reflexión sobre los libros que hemos leído.
Empezando por este último, que ha puesto en jaque muchas situaciones de las cuales en mayor o menor forma nos vamos topando por la vida. El derrumbe de una época, el derrumbe de un ser humano y esta "búsqueda" (una vez más esta palabra) de la belleza y de la perfección (el jovencito es la fuente de inspiración, aquello que retarda el ocaso, que le da luz al final, aquello que simboliza la belleza total, angelical en su púber inocencia, pecaminosa como fuente de deseo), como fuerza creadora (en este caso de literatura). Desde otro punto de vista, la novela nos complica moralmente por partida doble. Nos habla de pederastia, y de homosexualidad, ambas elegantemente tratadas, ambas platónicamente concebidas (para la época no se podía esperar otra cosa). No son asuntos menores, mucho menos si van de la mano. Tengo todos los reparos ante el primero, y ninguno ante el segundo, no obstante dentro de la novela el tema está tratado con tal elegancia, con tal maestría que es imposible reparar más allá del pensamiento libre y espontaneo ¿qué haría yo en su lugar?
Thomas Mann, fue un gay reprimido, y en sus escritos lo confirma, estuvo enamorado en una situación similar a la novela de un jovencito de 11 años y de algún otro adolescente ¿se le puede cuestionar tener sentimientos? ¿No se cuestiona y se permite cuando el sentimiento lo posee un famoso y culto escritor?
Todo esto para decir que Mann (y que conste que me gusta mucho su obra), salió de sí en esta novela, se expuso, se mostró, se liberó de alguna forma políticamente correcta de su yo interno y se desnudó, "este soy yo, quiéranme u ódienme".
Y lo dejo hasta aquí, que ya les habré cansado, pero ojo, sigo con alguna otra que hemos leído y que me ha gustado. Sean felices.

Anónimo dijo...

Me pregunto si todos estos planteamientos que nos estamos haciendo lo habríamos hecho si se hubiera enamorado de una chica. Porque han existido y existen situaciones de adultos enamorados de menores y no nos hacemos quizás estas reflexiones tan profundas como las hemos hecho con el caso de muerte en venecia.

Y Daniela, en el libro, a mi parecer, no existe pederastia, entendida ésta como la práctica sexual entre un varón adulto y un menor. Yo creo que más bien hay una relación platónica, pero en ningún momento hay contacto.

Lo que luego el protagonista de la película nos haya contado que haya vivido en su vida privada a raiz de hacer esta película es otra cosa muy distinta.

Besos.

Pily

Daniela dijo...

Pily:
Yo sí me he planteado la situación de esta novela con una niña. Tal vez porque tengo hijas y porque al final, está dentro de los muchos posibles sucesos de una vida. La situación me resultó igualmente inquietante, y yendo más allá, incluso llegué a ponerme en su lugar, de hecho en un comentario anterior lo digo ¿qué haría yo en su lugar? En lo que se refiere estrictamente a la novela ya que uno de los temas centrales no es precisamente la homosexualidad (no manifestada, no concluida, no ejecutada) sino el impulso vital y creativo que despierta esta pasión en el escritor, me he atrevido a hablar de pederastia (no manifestada, no concluida, no ejecutada) ya que Gustav pasa buena parte de la novela persiguiendo a un menor. De la misma forma que hablamos de homosexualidad, porque gusta de alguien de su mismo sexo, podemos hablar de pederastia porque gusta de un menor. ¿Se es homosexual sólo por sentirse atraído hacia alguien de tu propio sexo, o pederasta por sentirse atraído hacia un menor?
Mi intención no ha sido emitir un juicio en relación al personaje, sólo poner sobre la mesa algo que es más que evidente, si le hubiese gustado un hombre de 25 el tema no sería el mismo, o si le hubiese gustado una chica de 15; no sólo es el género, también es la edad.
Es sin duda un tema complejo, y estos ramajes de la novela dan cuenta de todo lo que puede despertar esta en sí misma. Pero quisiera llevar el tema, si no les importa, hacia lo que creo es la base de esta novela (pueden estar en desacuerdo conmigo en este tema como base, pero sería importante conocer vuestra opinión) "el escritor, este hombre metódico,y rígido, que cree tiene el dominio de su pluma, y que en realidad no domina nada".
Espero vuestros comentarios.
Cariños.

Daniela dijo...

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Jorge Luis Borges

La belleza de esta poesía, me acerca rauda a descifrar todos los por qué de La muerte en venecia. ¿Qué les parece?

Teresa dijo...

¡Tremenda!En muerte en venecia, todo se está acabando, solo el chico es la esperanza, el futuro. Venecia ya no tiene sentido, ni futuro. Ya es un mundo acabado, podrido, decadente, sin esperanza, condenado. Es por eso que el profesor va a Venecia, como los elefantes van morir a su cementerio.

Daniela dijo...

Encontré vagando por internet, este análisis de La muerte en venecia, y me pareció que sería interesante lo lean y podamos comentar al especto. He encontrado otro, que hace referencia a los personajes secundarios de la obra, que colgaré más adelante.
Cariños.

Venecia y Thomas Mann
Enrique Viloria Vera

Miércoles, 27 de diciembre de 2006

El silencio peculiar de la ciudad parecía
absorber blandamente sus voces, apaciguándolas
y deshaciéndolas en el agua.

Thomas Mann

Se puede vivir en Venecia, en esa ciudad inverosímil, confusa, incomprensible, compuesta por 120 islas formadas por 170 canales, en la que es posible cruzar 400 puentes diferentes, denominada por siempre, y en honor a la realidad, la reina del Adriático. Se puede también morir en Venecia, como le aconteció a Gustavo Von Ashenbach, el protagonista de la novela de Thomas Mann: La Muerte en Venecia, ese personaje meticuloso y detallista, deseoso desde su juventud de fama y reconocimiento, creador de una obra literaria que con el tiempo adquirió “cierto carácter oficial, didáctico; su estilo perdió las osadías creadoras, los matices sutiles y nuevos; su estilo se hizo clásico, acabado, limado, conservador, formal, casi formulista... se incluyeron escritos suyos en antologías de lectura para uso de las escuelas. Por eso, al cumplir los cincuenta años cuando un príncipe alemán que acababa de subir al trono le concedió un título de noble, él no lo rechazó”.

Von Aschenbach se convirtió así en “el poeta de todos aquellos que trabajaban hasta los límites del agotamiento, de los abrumados, de los que se sienten caídos aunque se mantienen erguidos todavía, de todos estos moralistas de la acción que, pobres de aliento y con escasos medios, a fuerza de exigirse a voluntad y de administrarse sabiamente, logran producir, al menos por un momento, la impresión de lo grandioso”. Pues bien, ese mismo Von Aschenbach, el hombre que nunca tuvo tiempo para el ocio, que interpretó la vida como una inflexible disciplina en la que la distensión y la indolencia no tenían cabida, decidió, un buen día, poner su cotidianidad entre paréntesis, abandonar la reiterada rutina de sus casas de campo y de la ciudad, para huir, liberarse, descansar de todo y de todos.

Ese escritor de inspiraciones breves, experimentó de pronto un ansia de aventura, una inclinación por lo lejano que, luego de una fallida estada en una isla adriática, donde no encontró ni lo exótico ni lo extraordinario, lo llevó a trasladarse a Venecia, a esa ciudad magnifica “de irresistible atracción para las personas ilustradas, tanto por el prestigio de su historia como por sus actuales encantos”.

No era la primera vez que Von Aschenbach pernoctaba en Venecia, había estado antes, en otras ocasiones. Sin embargo, esta visita fue diferente desde el comienzo hasta el fin, hasta su propio fin. Una vez más se maravilló con el esplendor de la Plaza de San Marcos, con el magnificente Palacio Ducal y la imponente catedral con su interminable campanile, con el incomparable Puente de los Suspiros, con las dos espigadas columnas de granito, una con el león alado de San Marcos y otra con San Teodoro de Studium sobre un cocodrilo, aunque en esta oportunidad, al arribar a la ciudad serena en barco, compartió el asombro y la sorpresa de los navegantes que la visitaban, confirmando contundente que “llegar por tierra a Venecia era como entrar en un palacio por la escalera de servicio”.

Venecia se le ofreció al personaje de Thomas Mann como ella es “bella, insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros, de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban”. Nuestro aventurero se dirigió al Lido, a uno de esos hospedajes de verdadero lujo, de circunstancia, en cuyo edificio “reinaba ese solemne silencio que constituye el orgullo de los grandes hoteles”.

En ese hotel suntuoso, despojado de preocupaciones y de tareas cotidianas, nuestro escritor se topó con una de las sorpresas de la Venecia inverosímil, con un adolescente que encarnaba toda la belleza que afanosamente había buscado durante años, en escritos propios y ajenos, en párrafos y más párrafos que ahora se le antojaban sosos, burdos, carentes de contenido estético. Ese adolescente, de nombre Tadrio, diminutivo de Tadeum y que en polaco se pronuncia Tadrin, se le metió prontamente en el alma al escritor compitiendo, como inspiración del artista envejecido, con la ciudad, con los placeres banales del descanso para llevarlo a afirmar, en el limite de las admiraciones, que “aunque no tuviera yo el mar y la playa, permanecería aquí mientras tú no te fueras”.

Para Von Ashenbach, Venecia se confundió con Tadrio, con ese joven de catorce años, de cabeza perfecta, de rostro pálido y precisamente austero, encuadrado de cabello color de miel, de nariz recta y boca fina, dotado de una expresión de deliciosa serenidad divina que le recordaron al escritor “los bustos griegos de la época más noble”. Desde ese primer encuentro; Tadrio y Venecia se hicieron uno, la ciudad no existía para el escritor sin el adolescente, sólo cobraba vida en la medida en que lo perseguía, tímido y temeroso, “deslizándose en el turbio laberinto de los canales, por entre delicados balcones de mármol exornados con leones, doblando esquinas rezumantes, pasando luego al pie de otras fachadas suntuosas”, admitiendo que esas fantásticas travesías por las lagunas de Venecia comenzaban a ejercer un particular encanto sobre él aunque cierto “espíritu de mendicidad de reina caída, bastaba para romperlo”.

Von Aschenbach disfrutó de Tadrio y de Venecia sólo con la mirada, a ambos los contempló asiduamente de cerca y de lejos, frenético y apaciguado, iracundo y sosegado, envalentonado y temeroso, saludable y enfermo, libre y prejuiciado, a pie y en góndola, en esa extraña embarcación que ha llegado hasta nosotros “invariable desde una época de romanticismo y de poema, negra, con una negrura que sólo poseen los ataúdes, evoca aventuras silenciosas y arriesgadas, la noche sombría, el ataúd y el último viaje silencioso”.

El escritor del escritor Thomas Mann apostó por la belleza, sin importarle las amenazas del siroco, el fétido olor de la laguna ni la evidencia de esa enfermedad nacida en los pantanos del Delta del Ganges: el cólera indio. Ashenbach cumplió a cabalidad el consejo que le impartió el peluquero del hotel, quien luego de cortarle el cabello, acicalarlo y refrescarle el rostro, le dijo con humilde cortesía: “ahora puede el señor enamorarse sin reparo”.

Tadrio y Venecia, Venecia y Tadrio confundidos en un mismo amor que se afirmó en el proceso de una muerte intuida, deseada, feliz, porque esa muerte fue corolario de una vida que tardíamente encontró la estética en un rostro adolescente y la belleza en una ciudad serena. Enamoramiento inusitado, imprevisto, inesperado, disruptor de certezas y seguridades, generador de revelaciones y desvaríos que llevó a Ashenbach a confesarle a un imaginario interlocutor: “¿comprendes ahora cómo nosotros, los poetas, no podemos ser sabios ni dignos? ¿Comprendes que necesariamente hemos de extraviarnos, que hemos de ser necesariamente concupiscentes y aventureros de los sentidos?”.

Muerte en Venecia, en la ciudad inverosímil, donde la felicidad se puede obtener también con el adormecimiento eterno, ese que se presenta cuando los ojos se hastían de tanta belleza y se van cerrando, lenta, muy lentamente, contemplando a lo lejos un pálido e inalcanzable mancebo que saluda y sonríe.

Anónimo dijo...

Muy interesante el análisis de la novela que has encontrado. Es muy completo, y la verdad, es que complementa algunas de las ideas ya vertidas y resalta otras que quizás, o por lo menos a mí, habían pasado un poco más desapercibidas.

Repito, muy interesante Daniela.

Un saludo.

Pili

Anónimo dijo...

MARAVILLOSO el poema de Borges.

El sábado pasado en el País Alberto Manguel decía sobre La Muerte en Venecia, "Varias ciudades compiten en aristocrática tristeza..........., pero sin duda alguna la más triste de todas es Venecia. La busqueda de la perfecta (y por lo tanto imposible)belleza, y de la juventud ansiada vanamente desde la cima de la vejez son temas que en La muerte en Venecia dejan de ser alegóricos y se convierten en las concretas tentaciones de cualquier ser humano. El protagonista descubre, como Fausto al final de su vida, que en estos campos amorosos los libros no le han enseñado nada. La visión de un bellísimo adolescente lo conduce irremediablemente a través de los laberintos de Venecia, mientras va entendiendo, paso a paso, que su último encuentro será con la muerte. Perfecta y concisa, esta breve novela de Mann define, quizás mejor que sus otras obras, la humana condición de la tristeza."

Al igual que Borges en su poema, aquí se habla de la tristeza. Habiamos comentado sobre la juventud, la belleza, el amor platónico, la decadencia, la muerte...pero no sobre la tristeza.

Como a tí Daniela, el poema de Borges me trasporta a La Muerte en Venecia.

Besos.

Daniela dijo...

Lo prometido es deuda.
Aquí dejo el enlace para que lean el análisis de los personajes secundarios de la obra de Mann.
A mí me ha gustado bastante, creo que es muy acertado y evidencia toda la decadencia que el autor quiere transmitir en la obra.
Adela, es cierto que la tristeza es otro punto en esta novela, aunque creo que es una tristeza asumida, como si se tratase de una sentencia inapelable de la vida.
Pili, espero que te guste este articulo también.
Teresa, ¡Que buena comparación! "Como los elefantes"...que siguen el aroma de la muerte.
Cariños a todas las personas de este blog, y a quienes nos visitan.

http://www.monografias.com/trabajos16/muerte-en-venecia/muerte-en-venecia.shtml

Teresa dijo...

Adela, qué bien que has tenido tiempo de transcribir el texto de ese artículo. Yo también lo había leído y no he podido mencionarlo aquí. Me gusta y, sobre todo en la película, se respira constantemente esa tristeza que produce lo decadente, lo moribundo.
La sensación de lo inexorable e inevitable del fin. El fin total, fin del tiempo, fin de la belleza, fin de la creatividad, todo apunta al final.
Seguiré cuando tenga más tiempo.

Teresa dijo...

Pili, el libro que recomendaste lo ha leído Alejandro y le ha gustado mucho, ahora lo está leyendo Luis y después yo también quiero leerlo. El libro del que hablo es el que tu recomendaste: El curioso incidente del perro a medianoche" de MarK Haddon.
Besos

Teresa dijo...

Pili, el libro que recomendaste lo ha leído Alejandro y le ha gustado mucho, ahora lo está leyendo Luis y después yo también quiero leerlo. El libro del que hablo es el que tu recomendaste: El curioso incidente del perro a medianoche" de MarK Haddon.
Besos


Frase del mes

Alguna vez a lo largo de la vida, quizá ya de mayores, rebuscando en la despensa, un aroma regresa a nosotros y entonces reverdecen los recuerdos de aquel tiempo primitivo. La melodía que hace llorar a la anciana. El dolor que nos une. Quién ha perdido un hijo los ha perdido a todos.
Jesús Carrasco " La tierra que pisamos"