Grandes esperanzas es un libro de autoaprendizaje en el que Pip aprende a valorar que no es la riqueza lo que más importa, sino el afecto y el sentimiento, que no todo puede pagarse con dinero.
Las reflexiones morales, unidas al buen conocimiento que Dickens tiene del alma y la psicología humanas hacen de esta novela un texto lleno de vida, de humanidad y de buena literatura.
Vale la pena leer o releer este clásico que ofrece una construcción sin fisuras y un buen ejemplo del pensamiento de Dickens. Aporta un análisis psicológico notable y una ironía sutil y finísima que comienza con el título de la novela. Esas "grandes esperanzas" se desvanecen cuando Pip conoce a su benefactor y cuando por circunstancias de la vida, ha de regresar con Joe y se da cuenta de quien es su verdadero amigo.
Vale la pena leer o releer este clásico que ofrece una construcción sin fisuras y un buen ejemplo del pensamiento de Dickens. Aporta un análisis psicológico notable y una ironía sutil y finísima que comienza con el título de la novela. Esas "grandes esperanzas" se desvanecen cuando Pip conoce a su benefactor y cuando por circunstancias de la vida, ha de regresar con Joe y se da cuenta de quien es su verdadero amigo.
4 comentarios:
Hola Blogueras: He tenido el ordenador estropeado por eso no había actualizado el blog.
Grandes esperanzas son las que la vida nos exige en estos tiempos. También en los de Dickens y por ello su obra está impregnada de personajes que tienen que sobrevivir a base de una buena cuota de esperanza y no menos de esfuerzo.
Es un libro que me ha gustado, bien escrito y por supuesto con el detalle que solo Dickens es capaz de aportar. En su obra el lector puede oler el ambiente, lo cual ya es muchísimo.
Abrazos.
No he leído el libro pero la frase " el dinero no es lo que importa sino los afectos y los sentimientos", podríamos decir que, al menos ahora, es una gran falacia y probablemente lo haya sido siempre. También no es menos cierto que cuando los únicos valores de una sociedad son el dinero, esa sociedad está podrida y tarde o temprano ese cancer destruye los cimientos de la sociedad. Todas aquellos valores: la solidaridad, la igualdad, los derechos cívicos son destruidos.
Hoy he visto unas fotos terribles en un diario de Córdoba (Argentina). En la portada se mostraba las condiciones de vida de unos internos en un psiquiátrico. Ancianos en celdas infectas, camas sucias y rotas, desconchones y ventanas sin cristales, suciedad, abandono, dormian en el suelo algunos desnudos. Si una sociedad nos es capaz de hacer nada para evitar esas cosas es que no hemos aprendido nada.
El dinero siempre ha importado. Hoy más que ayer y es por el que se corrompen masas y otras tantas desaparecen. Día a día, ni siquiera somos conscientes de hasta que punto somos capaces de llegar por dinero. Sería largo de analizar; a los que tienen el poder el dinero les significa estar por sobre otros, a quienes necesitan dinero, se les condena a la degradación. Y todos, sin excepción, lo necesitamos de una u otra manera. Lo necesitaba Pip, o al menos eso creía. El dinero era el motor que lo elevaría por sobre su podredumbre. Pero la podredumbre no se aleja del hombre aunque nade en dinero, es un lastre que llevará atado siempre. Un filo que pesa en el cuello de quien lo tiene y de quien no. Hoy hay...mañana ¿Quién sabe?
Las sociedades no han cambiado desde los tiempos de Dickens, por poner una referencia. Sigue la misma falta de consideración a aquello que es primordial en el ser humano para dejar su animalidad: llámese, dignidad. Le queda a la humanidad muchos siglos aún para dejar de ser los animales que somos y llamarnos personas con razón y a conciencia. Al menos la tierra es hermosa, magnífica, poderosa...y muy sabia.
Abrazos.
Hoy ya casi acaba un día que debería ser como poco memorable en todas las latitudes, pero como acostumbra la humanidad, "se hace lo que se puede", aunque eso sea más bien poco.
Recordando Nuevas esperanzas y aprovechando que leemos La Resurrección, me temo que mis esperanzas en cuanto a la literatura están más vivas que nunca. Tal vez porque después de leer ambos libros me reafirmo en cuanto al gran testimonio que significa la literatura en toda época. Los libros son testigos de andares que a veces provocan vergüenza ( me enorgullezco de sentirla) y de sentimientos encontrados en cuanto a tanto suceso que a pesar de ser lejano, parece salido del periódico de ayer.
Y esos libros, que entretienen, que gustan más o gustan menos, que gritan verdades como montañas, que son la visión imperecedera de no sólo del autor, si no de la sociedad misma, que por más que intente no puede esconderse de ella misma...esos libros, hacen que ame ser lectora, que aprecie la palabra escrita, que busque más libros como ellos, parecidos, cercanos; que quiera seguir siendo la lectora que ellos exigen de mi.
Gracias a los libros, que me hacen detenerme y seguir.
Abrazos.
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